Venid y vamos todos con flores a María

 

Las romerías resurgen con fuerza tras tres años de epidemia

 

Dicen que el mes de mayo es el mes de las flores y el mes dedicado a la veneración de la Virgen María, dos elementos que confluyen en una de las tradiciones más arraigadas en la cultura religiosa española junto a las procesiones de Semana Santa: las romerías. Unas romerías que vuelven con toda la fuerza después de tres años sin celebrarse, o celebrándose a medio gas y que serán, sin duda, las grandes protagonistas de este mes de mayo.

Pero vamos a los orígenes. La vinculación entre la figura que representa a la mujer por antonomasia y las flores no procede del cristianismo, encontrándose en las mitologías más antiguas. Por ejemplo, la diosa Cibeles o Demeter para los griegos, era la representación de la Madre Tierra, una diosa vinculada a la fertilidad cuyos cultos se celebraban con la llegada de la primavera.

De origen frigio, Cibeles, que significa literalmente “la piedra negra”, no era más que la conceptualización de un gigantesco meteorito caído en Pesinunte, una de las ciudades más importantes de Frigia.

Cuando Aníbal asediaba la capital de Roma, el Oráculo de Delfos lanzó una profecía que afirmaba que solo cuando la divinidad estuviese en Roma se acabaría el asedio. Los romanos trasladaron el meteorito hasta la ciudad santa esperando que su presencia provocase la retirada de los bárbaros. Y tal vez por Cibeles o por alguna otra razón, lo cierto es que un año después Aníbal y sus tropas abandonaron Roma.

Tras el “milagro”, los romanos comienzan a venerar a su nueva diosa, a la que dan un aspecto antropomorfo, y la asocian con otra diosa ya existente, Ceres, convirtiéndola en diosa de la agricultura y Magna Mater.

El triunfo del cristianismo hace converger la figura de Cibeles con la de María, la madre de Jesús, convirtiéndola en un elemento central de la cultura religiosa. La primera peregrinación de la que hay conocimiento se remonta al siglo IV y es la que realiza Egeria a los Santos Lugares.

 


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El viaje de la española (era gallega y monja) quedó documentado en un sorprendente códice que permaneció oculto hasta el siglo XVIII y que está considerado el primer libro de viajes de la historia de España. Este primer viaje abrirá una ruta “turística” hasta Nazareth, convertida en lugar de peregrinación durante los siglos V a VIII.

Pero volviendo a Roma, la popularidad del culto a Cibeles sumado a la visita de las tumbas de San Pedro y San Pablo, y la presencia de un trozo de la Vera Cruz, convierten a la capital en lugar obligado de viaje para los creyentes, lo que acaba convirtiendo a los “peregrinos” (en romano antiguo, extranjeros) en “romeros” (los que van a Roma); y a la capital de Italia en uno de los tres principales centros de peregrinación cristiana de la Edad Media, junto a Jerusalén y Santiago de Compostela.

El término romero enseguida se populariza, y los viajes de los peregrinos se convierten en romerías, especialmente si se hacen en grupo. Así, y también durante la Edad Media, nace el concepto de “romería” tal y como lo conocemos hoy, es decir, caminata hacia un lugar sagrado de importancia religiosa histórica o cultural especialmente santuarios, generalmente en grupo, en las que se mezclan lo religioso con lo festivo.

Y en España la romería por excelencia es la de la Virgen del Rocío, una romería con sorpresa en este 2023, pues se celebrará exactamente en la noche de las elecciones. Así será el 28 de mayo cuándo la Blanca Paloma abandone la Ermita de la Aldea poniendo fin a una intensa semana en las marismas de Huelva en la que se esperan más de un millón de visitantes.

La del Rocío es la más conocida, pero no es la única romería de importancia en España. Otra romería importante es la de la Virgen de la Cabeza, que se celebra en abril en la Sierra de Andújar, en la provincia de Jaén, y está considerada la más antigua de España. En esta romería, más de 250.000 peregrinos acuden a la ermita de la Virgen de la Cabeza para rendirle homenaje y agradecerle sus favores.

Sin embargo, la segunda en número de peregrinos es mucho más desconocida, pues no se celebra en Andalucía. La romería de La Peregrina, en Alicante, reúne a más de trescientas mil personas para recorrer siete kilómetros hasta el Monasterio de la Santa Faz, donde se guarda una de las tres capas del pañuelo con que Verónica limpió el rostro de Jesús (las otras dos están en Roma y en Jaén).

En Madrid la romería por excelencia es la que llena de chulapos la Pradera de San Isidro cada quince de mayo. La Romería de San Isidro también tiene su “milagro” originario, que no es otro que la leyenda que cuenta que Isidro hizo brotar agua creando un manantial en el lugar donde hoy se erige la ermita. Esta “agua del santo” se recogía cada año convirtiendo la Pradera en una auténtica fiesta.

Y es que las romerías hoy tienen un fuerte componente turístico y cultural que se entremezcla con lo religioso y que las hace estar más vivas que nunca a pesar de llevar sobre sus espaldas quince siglos de historia

 

Samuel Román

eltelescopiodigital.com