Con el balón en los pies
Hace casi un siglo nacía una competición dispuesta a profesionalizar el mundo del fútbol
Cada cuatro años el mundo del fútbol se detiene durante aproximadamente un mes con todas las miradas puestas en un único país, y es que los mejores jugadores del planeta, agrupados en selecciones nacionales, se enfrentan entre sí para levantar el título de Campeones del Mundo. Se trata de la Copa Mundial de Fútbol, el torneo más importante del balompié que dentro de cinco cinco años cumplirá su centenario.
Y para celebrarlo, la FIFA ha creado una nueva competición dispuesta, como la creada por Jules Rimet, a revolucionar el mundo del fútbol. De tal forma, 95 años después del nacimiento de la Copa del Mundo de Selecciones, nace la Copa del Mundo de Clubes, un nuevo torneo que enfrenta a los equipos más importantes del planeta y que se ha convertido en el acontecimiento deportivo de este verano.
Pero la historia de los Mundiales arranca mucho tiempo antes, en los albores del siglo XX en Francia, y en una disputa con el mismísimo Barón de Coubertain que creará los Juegos Olímpicos. Jules Rimet, un abogado francés, funda en 1897 junto a algunos amigos el club Red Star, lo que le acerca al mundo del fútbol. En ese mismo año afilia al Club a la USFSA, o unión de sociedades francesas de Deportes atléticos, de la que Pierre de Coubertain será Secretario General.
Sin embargo, en seguida la visión del deporte de ambos choca de forma clara. Así si Coubertain era defensor acérrimo del amateurismo, entendiendo que el deporte no podía estar vinculado al negocio; Rimet defendía el profesionalismo, con la postura de que solo la independencia económica permitiría sobrevivir a los deportistas.
Este choque filosófico no se quedará en palabras, pues en 1908, y tras comprobar como en los juegos de 1900 y 1904 Coubertain había vinculado una competición mundial de fútbol a los Juegos Olímpicos, aunque sólo como deporte de exhibición, Rimet decide romper con la USFSA, afiliando al fútbol francés a la recién nacida FIFA, rival directa de la visión que tenía del fútbol el creador de los Juegos Olímpicos.
Y es que el 21 de mayo de 1904 las federaciones de Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Suecia, Suiza y España fundan la Federación Internacional de Fútbol Asociación, FIFA, destinada a unificar las normas del fútbol y convertirlo en un juego más atractivo para aficionados y jugadores.
Bajo este nombre lo que realmente se escondía era un intento de profesionalizar el fútbol, lo que provocó un auténtico cisma en el seno del recién nacido deporte. Así en 1906 la FIFA pone en marcha un primer torneo mundial de fútbol que fracasa estrepitosamente, tal vez al coincidir su celebración con los Juegos Intercalados de Atenas, forzando la dimisión de su primer presidente Robert Guerin, y poniendo en entredicho el futuro de la Federación.
Pero la guerra en el fútbol francés será, paradójicamente, la que salve a la FIFA. En 1908, tras los Juegos de Londres en los que el fútbol debuta como deporte en competición, la USFSA de Coubertain abandona el apoyo a la FIFA, y Rimet se adhiere a la Federación creando la Liga de Fútbol Asociación, embrión de lo que hoy es la Federación Francesa de Fútbol.
En 1914 Rimet acude al Congreso de la FIFA como representante del fútbol francés, mostrando al resto de miembros su visión del futuro del deporte e iniciando un camino que le llevará a presidir la institución. Pero la guerra mundial trastoca todos los planes. El fútbol queda en standby y Rimet entra en la lucha convirtiéndose en Teniente de Infantería.
En 1919, y tras el paréntesis de la Guerra, Jules Rimet retoma su carrera en el mundo del fútbol. Será en abril cuando cree la Federación Francesa de Fútbol, que presidirá hasta 1949. Los Juegos de Amberes de 1920 vuelven a hacer chocar a las dos figuras más importantes del deporte en Francia. Coubertain impone que los jugadores del Mundial de fútbol de los Juegos no sean profesionales, lo que enfada a una FIFA que tan solo un año después escoge a Rimet como su Presidente.
Y paradójicamente, o no tanto, esta decisión firma la paz entre los dos máximos dirigentes del deporte en Francia. Así en 1924 será la FIFA la encargada de gestionar el campeonato de fútbol de los Juegos Olímpicos, convirtiendo en un gran éxito la final entre Uruguay y Suiza.
Este éxito hace que la FIFA se plantee recuperar la idea de un Campeonato Mundial de Fútbol, algo que se materializará en 1929 en Barcelona. En la ciudad condal el Congreso de la Federación escoge a Uruguay como sede y primer país organizador del Mundial, tras haber ganado las dos últimas ediciones del campeonato olímpico.
Pero celebrar un mundial en Latinoamérica no iba a ser tarea fácil. Los países europeos no aceptaron un viaje tan largo, y la FIFA no tenía capacidad económica para costearlos. De tal forma, fue el propio país anfitrión el que se hizo cargo de los gastos, consiguiendo que trece selecciones se enfrentasen en este primer Mundial.
El dieciocho de julio de 1930 se inaugura el Estadio Centenario, no sin dificultades. Y es que las lluvias obligan a que no pueda utilizarse durante la fase de grupos, lo que provoca un cambio que se convertirá en seña de identidad de los Mundiales. De tal forma, los partidos de la fase de grupos se celebrarán en otras dos sedes, quedándose el estadio principal para las semifinales y la final, una final en la que los locales derrotaron a Argentina ante unas cien mil personas.
Los segundos mundiales también estuvieron marcados por la polémica. Suecia e Italia llegaron a la fase final de la elección de sede, pero los suecos renunciaron a la candidatura por motivos que aún hoy no están claros, dejando a la Italia de Mussolini como el único candidato a acoger el Mundial de 1934.
Un Mundial convertido en un ejercicio de propaganda al nivel de los Juegos del 36 de Berlín, y cuyo resultado, según reconocía el propio Rimet, parecía estar diseñado por el mismo Duce. En el terreno estrictamente deportivo, Uruguay rechazó participar ante la negativa de los países europeos a viajar a su mundial. Al presentarse 31 equipos para las 16 plazas en juego se realizó una fase previa por regiones, y se eliminó la fase de grupos, lo que, por cierto, enfadó a los equipos latinoamericanos, que hicieron un largo viaje para disputar un único partido.
Con el Mundial ya consolidado la edición de 1938 también comenzó con polémica. La FIFA había determinado que Europa y América se alternasen la celebración, pero Rimet presionó para que fuese su país el organizador de esta edición. Y así fue. Francia fue designada organizador del evento a pesar de las protestas del resto de federaciones, y de la propia Federación Francesa. La polémica decisión del presidente de la FIFA enfadó mucho a los países latinoamericanos, que boicotearon la celebración negándose a participar. Con Mussolini en la grada, Italia derrotó a Hungría en un ambiente que anticipaba lo que iba a ocurrir tan solo un año después.
Y es que de nuevo la guerra lo paraliza todo y vuelve a poner en serias dificultades la supervivencia de la FIFA. Tanto es así que hasta el mismo trofeo está a punto de perderse, siendo salvado al esconderlo dentro de una caja de zapatos para impedir que lo requisaran las tropas alemanas.
Para salvarse de la quiebra la FIFA idea una curiosa estrategia de marketing que les hará resurgir. Inglaterra, que no había querido saber nada de la Federación desde el inicio de su actividad, al considerarse el equipo fundador del balompié, pasa a formar parte de la FIFA, y lo celebran con el llamado “partido del siglo”, un encuentro amistoso entre la Selección inglesa y un combinado de jugadores europeos. La cita se convierte en un gran éxito, congregando a 135.000 espectadores, y salvando las arcas de la maltrecha Federación.
Pero si Remet salva a la FIFA, no ocurre lo mismo con su propia carrera. Tras decidir que Italia y Alemania, proscritas del ámbito internacional tras el final de la Segunda Guerra Mundial, participen en torneos internacionales, tiene que hacer frente a una moción de censura en la Federación Francesa que termina con su salida del cargo.
Así, y ya sin ser Presidente del fútbol francés, Rimet continúa siendo el máximo dirigente de la FIFA, preparando la edición de 1950. Y es que, tras el final de la guerra, la Federación propuso una edición extraordinaria en un lugar neutral como Suiza para celebrar en 1949, pero los estragos de la contienda retrasaron un año la celebración, trasladándola además a Brasil y dejando a Suiza como anfitrión de 1954.
El Congreso del 46 también sirve para ponerle nombre al trofeo salvado del saqueo, que, en honor al creador del Mundial se denominará Copa Jules Rimet. Pero si el trofeo consiguió escapar de una Guerra Mundial no ocurrió lo mismo con la delincuencia común.
En 1966 el Mundial se iba a celebrar en Inglaterra, y tan solo tres meses antes del inicio fue robado, iniciando una investigación que se prolongó durante más de cincuenta años.
La Copa Mundial de Fútbol de 1966 estaba a punto de comenzar en Inglaterra, lo que aumentó la presión sobre las autoridades para garantizar la seguridad del trofeo Jules Rimet, que iba a ser exhibido en una exposición pública de sellos en Westminster. Este evento fue crucial para el primer ministro laborista Harold Wilson, quien esperaba que la llegada del trofeo a Gran Bretaña fuera una victoria política en el contexto de las elecciones.
La exposición, conocida como Stampex, tenía un valor estimado de más de 3 millones de libras, mucho más que el valor del trofeo, que estaba asegurado por solo 30,000 libras. En un giro irónico, el trofeo fue dejado en un gabinete protegido por una cadena y un pequeño candado, lo que facilitó el robo.
El autor, Sidney Cugullere, apodado "Mr Crafty", nació en 1926 y creció en un entorno criminal en el sureste de Londres. A pesar de haber tenido una carrera como oficial y carpintero, su verdadera pasión estaba en el submundo del crimen. Junto a su hermano Reginald, desarrolló habilidades delictivas que culminarían en el audaz robo del trofeo.
El 20 de marzo de 1966, Sidney y Reg condujeron hasta Westminster, donde se exhibía el trofeo. Aprovechando que los guardias estaban en una pausa para el té, Sidney cortó la cerradura del gabinete y sustrajo el trofeo, escondiéndolo bajo su abrigo. A pesar de la rápida difusión de la noticia del robo, Sidney se jactó de su hazaña, colocándolo en la repisa de su chimenea.
La policía metropolitana, liderada por Scotland Yard, lanzó una de las mayores cacerías humanas de la historia para recuperar el trofeo. Se temía que el trofeo hubiera desaparecido para siempre, lo que llevó a la Asociación de Fútbol (FA) a encargar una réplica en secreto.
El trofeo fue finalmente encontrado por un perro llamado Pickles, que lo descubrió en un jardín en el sureste de Londres. Su dueño, David Corbett, se convirtió brevemente en el principal sospechoso, pero tenía una coartada. Corbett recibió una recompensa de 5,000 libras y se compró una casa en Surrey.
A pesar de su participación en el robo, Sidney Cugullere nunca fue arrestado por este crimen. Sin embargo, pasó más de 25 años en prisión por otros delitos. Su vida estuvo marcada por el crimen, y murió de cáncer en 2005. En un giro irónico, se preparó un arreglo floral en forma del trofeo Jules Rimet para su funeral.
El trofeo Jules Rimet, después de ser recuperado, fue utilizado en la Copa del Mundo de 1966, pero posteriormente se convirtió en el centro de otro robo en Brasil en 1983. Se cree que un grupo de ladrones, liderados por un argentino llamado Juan Carlos Hernández, sustrajo el trofeo de una urna blindada y lo fundió para vender el oro.
Este segundo robo marcó el fin de la Copa Jules Rimet, ya que nunca fue recuperada y se convirtió en uno de los tesoros perdidos más famosos de la historia del fútbol. La Copa actual, conocida como la Copa Mundial de la FIFA, fue creada en 1973 por el escultor italiano Silvio Gazzaniga.
El Mundial de 1950 tampoco estuvo exento de polémica. La FIFA recupera el formato de fase de grupos a petición de los anfitriones, y ve como varios países no aceptan participar en la competición, entre ellos India, que critica que la entidad no permita a sus jugadores jugar descalzos.
Sin embargo el Mundial de Brasil pasará a la historia por su final. Casi 200.000 personas llenaban el Estadio de Maracaná en un partido entre los cariocas y Uruguay. Brasil, anfitriones y, con los números en la mano, muy superiores a sus rivales, comenzaba la celebración del Mundial mucho antes del partido. Y es que el formato de competición les daba la victoria simplemente con un empate.
De tal forma, antes del encuentro, las calles de Río de Janeiro se llenaron con pancartas y unas carrozas de Carnaval esperaban a los jugadores para recibirles como Campeones después del partido. Pero en fútbol la victoria no se decide hasta el último minuto, y Brasil lo vivió en sus carnes. Dos goles de Uruguay a diez minutos del final del encuentro hicieron enmudecer a Maracaná, entregando la victoria a la selección charrúa, y haciendo que este Mundial entrase en la historia como el del “Maracanazo”.
Tras estos inicios inciertos, con polémicas por todas partes, la competición se institucionaliza. En el Mundial del 54 Suiza acoge una competición sin vetos, con dieciséis participantes en la fase de grupos, y, por primera vez en la historia, con la televisión emitiendo en directo.
Y precisamente será la televisión la encargada de convertir el Mundial en un acontecimiento planetario. Pelé, Johan Cruyff Maradona, Romario, Zidane, Cristiano Ronaldo, Iniesta, Messi o Mbappé se convertirán en ídolos de una competición que es mucho más que deportiva.
Y con este espíritu de llegar aún más lejos, en este 2025 nacía el Mundial de Clubes, con la intención de convertirse en el complemento del Mundial de Naciones, celebrándose un año después de este y cada cuatro años.
Y es que el “Mundialito” nacido en el año 2000 con más pena que gloria, decidía reconvertirse tras la crisis del coronavirus. Así, y desde este 2025, no es una competición anual sino cuatrienal, que enfrentará a los mejores del ranking FIFA de los últimos cuatro años. De tal forma 32 clubes de todo el mundo compiten en un formato casi idéntico al del Mundial de Naciones, para escoger al equipo Campeón del Mundo.
Y al igual que ocurrió con la llegada de la televisión para convertir en fenómeno de masas el Mundial, este nuevo Mundial de Clubes ha llegado de la mano de Internet. Así es la primera gran competición deportiva de la historia que puede seguirse de forma totalmente gratuita en cualquier lugar del planeta, y que se financia íntegramente a través de publicidad.
Así casi cien años después de poner en marcha el Mundial de Naciones, la FIFA revoluciona el mundo de fútbol con un nuevo formato que pretende cumplir el principal deseo de Jules Rimet: que el fútbol sea una competición del pueblo y para el pueblo y no solo de las élites.
Samuel Román