Que canten los niños
Varias localidades de la Zona Este se han convertido en Ciudades Amigas de la Infancia
Cada 20 de noviembre el mundo celebra el Día Mundial de la Infancia, una jornada que invita a reflexionar sobre los derechos de los niños y niñas, y sobre el papel que las instituciones, las familias y la sociedad desempeñan para garantizar su bienestar. La fecha conmemora la aprobación, en 1989, de la Convención sobre los Derechos del Niño por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el tratado internacional más ratificado de la historia y piedra angular de la protección a la infancia.
En este marco, la Comunidad de Madrid se consolida como una de las regiones más activas en la promoción de entornos donde los niños crecen seguros, escuchados y respetados. Un ejemplo de ello es la Red de Ciudades Amigas de la Infancia, impulsada por UNICEF España, que reconoce a los municipios comprometidos con la aplicación de políticas locales basadas en los derechos de la infancia y la adolescencia.
La idea de que los niños deben tener voz en las decisiones que afectan a sus vidas no es nueva, pero tardó en llegar a las políticas locales. En 1996, UNICEF lanzó la iniciativa internacional “Ciudades Amigas de la Infancia” (Child Friendly Cities Initiative, CFCI), con el objetivo de trasladar los principios de la Convención sobre los Derechos del Niño al ámbito más cercano a la ciudadanía: los municipios.
El punto de partida fue claro: si los derechos de los niños y niñas se reconocen universalmente, deben también aplicarse en la vida cotidiana, en los barrios, en las escuelas, en las calles y en los espacios donde crecen. Las ciudades, como entornos donde vive ya más de la mitad de la población mundial, son el escenario clave para garantizar que la infancia tenga las mismas oportunidades y pueda participar activamente en la sociedad.
La propuesta de UNICEF se fue extendiendo a lo largo de los años por diferentes países, adaptándose a los contextos locales. En España, la red comenzó a gestarse a finales de los años noventa, fruto de la colaboración entre UNICEF España, el entonces Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, el Instituto Universitario de Necesidades y Derechos de la Infancia y la Adolescencia (IUNDIA) y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).
En el año 2000, se constituyó oficialmente la Red de Ciudades Amigas de la Infancia (CAI) en España, con el propósito de apoyar a los gobiernos locales en la puesta en marcha de políticas públicas que respondieran de forma real a los derechos, necesidades y aspiraciones de los niños y adolescentes. Desde entonces, la red no ha dejado de crecer.
Lo que comenzó con un pequeño grupo de municipios pioneros se ha convertido, más de dos décadas después, en una amplia red de más de 300 ciudades y pueblos en todo el país, reconocidos por su compromiso con la infancia. Cada uno de ellos ha desarrollado su propio Plan de Infancia y Adolescencia, un documento estratégico que marca los objetivos, líneas de acción y mecanismos de participación infantil a nivel local.
El sello de Ciudad Amiga de la Infancia, otorgado por UNICEF, no es un simple reconocimiento: es el resultado de un proceso de evaluación y mejora continua. Los ayuntamientos que lo reciben deben demostrar avances en la aplicación de políticas basadas en los derechos del niño, crear espacios de participación infantil —como los Consejos Locales de Infancia y Adolescencia— y rendir cuentas de manera periódica sobre sus progresos.
Con el paso de los años, la red ha impulsado cambios tangibles en muchos municipios: más parques inclusivos, entornos escolares seguros, programas de salud mental infantojuvenil, proyectos de movilidad sostenible y espacios donde los jóvenes pueden opinar y ser escuchados.
Entre las comunidades más activas destacan Madrid, Andalucía, Castilla-La Mancha y Canarias, que cuentan con un número creciente de municipios adheridos y con estructuras de coordinación autonómica. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, más de 40 localidades forman parte ya de esta red, lo que refleja un compromiso institucional y ciudadano con la participación y el bienestar infantil.
En concreto, en la primera convocatoria de la Red de Ciudades Amigas de la Infancia eran muchas madrileñas las que entraban en el grupo. Así Alcorcón, Coslada, Fuenlabrada, Mejorada del Campo, Parla, San Fernando de Henares, Alcobendas, Algete, Arganda, Getafe, Leganés, Móstoles, Pinto, Rivas, San Sebastián de los Reyes y Velilla de San Antonio formaron parte de las veintiséis ciudades que inauguraron la Red allá por 2004.
Madrid capital y Humanes entraban en el año 2008, dentro de la tercera convocatoria; mientras que en la sexta, allá por 2014, lo hacían Alcalá, Camarma y Meco, además de Arganda y Leganés que habían perdido la categoría cuatro años antes.
En 2016 se incorporaban Daganzo, Navacerrada y Torrelodones; y dos años más tarde llegaban Arroyomolinos, El Boalo-Cerceda-Mataelpino, Fuenlabrada por segunda vez, y Manzanares el Real.
El coronavirus retrasó un año la novena convocatoria, que se entregaba en 2021, y que reconocía como Ciudades Amigas de la Infancia a la Mancomunidad de Servicios del Suroeste, Móstoles por segunda vez, y Paracuellos de Jarama.
En 2023 se sumaban Parla, por segunda vez, y Tres Cantos; y aparecía la categoría de “Ciudades candidatas” con la incorporación de San Fernando de Henares, que, a pesar de ser una de las fundadoras, había perdido la categoría. La undécima convocatoria, fallada en 2024, convertía a San Fernando en Ciudad Amiga de la Infancia siendo la última ciudad madrileña en incorporarse al grupo hasta el momento.
Veinticinco años después de su nacimiento, la Red de Ciudades Amigas de la Infancia sigue evolucionando. En la actualidad, la iniciativa se enmarca en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con la convicción de que los derechos de la infancia son inseparables del desarrollo sostenible, la igualdad y la justicia social.
UNICEF insiste en que construir ciudades amigas de la infancia no es un lujo ni una etiqueta simbólica, sino una necesidad. Las ciudades que escuchan, protegen y empoderan a sus niños son también más seguras, inclusivas y resilientes para todos sus habitantes.
Actualmente, más de 40 municipios madrileños forman parte de esta red, lo que convierte a la región en una de las más avanzadas del país en esta materia. Las localidades se han adherido al programa, desarrollando Planes de Infancia y Adolescencia que orientan las políticas municipales hacia un enfoque de derechos.
Estos planes contemplan acciones en áreas tan diversas como la educación, la salud, la cultura, la participación ciudadana, el ocio, la movilidad o el medio ambiente. Pero, sobre todo, buscan asegurar que los niños y niñas puedan expresar su opinión y ser escuchados en los asuntos que afectan a su vida cotidiana.
La creación de Consejos de Infancia y Adolescencia en numerosos municipios ha permitido que miles de menores madrileños participen directamente en la toma de decisiones locales. A través de estos espacios, los jóvenes debaten, proponen mejoras para sus barrios y trasladan sus inquietudes a los responsables municipales. “No se trata de hacer políticas para la infancia, sino con la infancia”, destacan desde UNICEF Comité Madrid, que acompaña técnicamente a los ayuntamientos en este proceso.
El enfoque de las Ciudades Amigas de la Infancia va mucho más allá de ofrecer espacios de juego o actividades escolares. Implica una mirada integral que abarca desde la protección frente a la violencia y la desigualdad hasta la promoción de entornos sostenibles y saludables.
En este sentido, muchos municipios madrileños han puesto en marcha proyectos innovadores: caminos escolares seguros, campañas contra el acoso, programas de salud mental infantojuvenil o iniciativas de educación ambiental. Además, la región avanza en la creación de espacios urbanos inclusivos, donde los niños puedan moverse de forma autónoma, convivir y aprender a cuidar su entorno.
“El bienestar de la infancia es un indicador del desarrollo de una comunidad. Una ciudad que escucha y protege a sus niños es una ciudad que apuesta por el futuro”, señala Carmen Molina, presidenta de UNICEF Comité Madrid. Desde la organización se subraya la importancia de que los municipios mantengan estructuras estables y recursos específicos para garantizar que los derechos de la infancia no dependan de coyunturas políticas.
El trabajo conjunto entre los ayuntamientos, la Comunidad de Madrid, UNICEF y la sociedad civil está siendo clave para consolidar este modelo. La Federación de Municipios de Madrid (FMM) también desempeña un papel importante como aliada institucional, facilitando la cooperación entre administraciones y la difusión de buenas prácticas.
En el marco del Día Mundial de la Infancia, numerosos municipios madrileños han programado actividades para visibilizar los derechos de los niños: plenos infantiles, exposiciones, talleres de participación, lecturas del manifiesto de la infancia o iluminación de edificios emblemáticos de color azul, símbolo de UNICEF.
La meta es ambiciosa: construir una Comunidad de Madrid donde cada niño y niña crezca con las mismas oportunidades, libre de discriminación y con voz propia. Los avances son notables, pero los desafíos persisten: la pobreza infantil, el acceso equitativo a la educación y la salud mental son retos que exigen políticas públicas sostenidas en el tiempo.
Este 20 de noviembre, el mensaje vuelve a ser claro: la infancia no puede esperar. Garantizar sus derechos no solo es una obligación legal y ética, sino también una inversión social. Como recuerda UNICEF, una ciudad que es buena para la infancia, es buena para todos.
Samuel Román

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