Niñas de la guerra

 

 

En 2025 se celebra el centenario del nacimiento de Ana María Matute y Carmen Martín Gaite

 

 

Aunque técnicamente el nombre de “niños de la guerra” alude al contingente de más de 30.000 menores de las zonas republicanas que fueron enviados al exilio por sus padres durante la Guerra Civil, por extensión el término se aplica a toda la generación de personas que nacieron entre los años veinte y treinta en España, y muy especialmente a los que hicieron carrera en la literatura.

 

Así, fueron “niños de la Guerra” Sánchez Ferlosio, Carmen Laforet, Francisco Nieva o Juan Marsé.  En concreto, en 2025 se celebra el centenario de dos de sus nombres más destacados, pues se cumplen cien años del nacimiento de Ana María Matute y Carmen Martín Gaite.

 

Y es que además de ser coetáneas las dos escritoras comparten otros elementos de su biografía. Así a pesar de que una nace en Barcelona y la otra se mueve entre Salamanca y Madrid, las dos proceden de familias de clase media alta; las dos recibirán importantes premios literarios; las dos se casarán con destacados literatos; las dos tendrán problemas con la censura; y las dos morirán por problemas médicos.

 

Ana María Matute nació el 26 de julio de 1925 en Barcelona y fue la tercera de cinco hijos en una familia de la pequeña burguesía catalana. Su padre, Facundo Matute, era propietario de una fábrica de paraguas, y su madre, María Ausejo, provenía de una familia de terratenientes. Su vida familiar y su entorno social influyeron significativamente en su obra literaria.

 


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La infancia de Matute estuvo marcada por la enfermedad y la guerra. A los cuatro años, sufrió una grave enfermedad que la llevó a vivir en el pueblo de Mansilla de la Sierra, donde la gente y el entorno natural influyeron en su obra. A los once años, comenzó la Guerra Civil Española, un evento que impactó profundamente su vida y su narrativa, reflejando la violencia y la miseria de la época en sus escritos.

 

Matute asistió a un colegio religioso en Madrid y escribió su primera novela, "Pequeño teatro", a los 17 años, aunque no fue publicada hasta 1950. Sus escritos iniciales fueron afectados por la censura franquista, lo que dificultó su carrera literaria.

 

No fue el único problema que tuvo con Franco, pues sus textos fueron revisados y modificados, acusándola de atentar contra la moral. En 1972, se le prohibió salir al extranjero, lo que limitó su participación en eventos literarios internacionales.

 

A los 26 años, Matute se casó con el escritor Ramón Eugenio de Goicoechea, quien ya gozaba de una cierta fama literaria. El matrimonio fue impulsivo y, a pesar de las objeciones de sus padres, Matute decidió seguir su corazón. Juntos tuvieron un hijo, Juan Pablo, pero la relación se tornó problemática debido a las diferencias de carácter y la inestabilidad económica.

 

La situación se volvió insostenible cuando Goicoechea vendió sin consultarle la máquina de escribir de Matute, su herramienta de trabajo. Esto llevó a Matute a solicitar el divorcio en 1962. Las leyes  de la época le otorgaron inicialmente la custodia al padre, lo que resultó en un doloroso periodo de separación de su hijo, que duró entre dos y tres años.

 

Después de su separación, Matute logró reunirse con su hijo y se mudaron a Estados Unidos por motivos laborales. Esta experiencia en el extranjero fue un nuevo capítulo en su vida, que culminó en su regreso a España, donde se establecieron en Sitges.

 

En Sitges, Matute conoció a Julio Brocar, con quien mantuvo una relación duradera y más estable que la anterior. A pesar de encontrar la felicidad, la muerte repentina de Brocar en 1990 dejó una profunda huella en Matute, quien se sumió en la tristeza y la incapacidad de escribir.

 

Seis años después de la muerte de Brocar, Matute regresó al ámbito literario con su obra "Olvidado Rey Gudú", que se considera una de sus obras más significativas.

 

Matute fue reconocida como una de las voces más personales de la literatura española del siglo XX. Su obra abarca desde la literatura infantil hasta novelas para adultos, y su estilo se caracteriza por un lirismo profundo y un enfoque en temas como la infancia, la incomunicación y la soledad.

 

Entre sus obras más notables se encuentran "Los Abel", "Fiesta al Noroeste", "Los hijos muertos", "Primera memoria" (parte de la trilogía "Los Mercaderes"), y "Olvidado rey Gudú". Su narrativa a menudo incorpora elementos de realismo y fantasía, reflejando las experiencias de la infancia y la adolescencia en un contexto de violencia y desamparo.

 

Ana María Matute recibió numerosos premios a lo largo de su carrera, incluyendo el Premio Nadal, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, y el Premio Nacional de las Letras Españolas. Su legado literario ha sido reconocido tanto en España como internacionalmente, y sus obras han sido traducidas a 23 idiomas.

 

La obra de Matute aborda temas políticos, sociales y morales de la España de posguerra. Su prosa es lírica y práctica, y utiliza técnicas asociadas con el modernismo y el surrealismo. A través de sus personajes, Matute explora la pérdida de la infancia, la incomunicación, la violencia y la soledad, utilizando un enfoque pesimista que otorga a sus novelas una claridad sobre la realidad de la vida.

 

La escritora falleció el 25 de junio de 2014 en Barcelona. Su muerte fue causada por un infarto agudo de miocardio tras varios días con problemas respiratorios. Ana María Matute dejó un legado duradero en la literatura española y es considerada una de las mejores novelistas de la posguerra. Su influencia se extiende a nuevas generaciones de escritores y lectores, y su obra sigue siendo objeto de estudio y admiración. En 2022, una calle en Barcelona fue nombrada en su honor, reflejando su impacto en la cultura española.

 

Carmen Martín Gaite nació el 8 de diciembre de 1925 en Salamanca, y fue la segunda hija del notario José Martín López y María Gaite Veloso. Su educación fue atípica, ya que su padre, con ideas liberales, optó por no enviarla a un colegio religioso, lo que la llevó a recibir clases particulares. Durante su infancia, la familia pasaba los veranos en Galicia, lo que influyó en su conexión con la cultura gallega, presente en algunas de sus obras.

 

El estallido de la Guerra le impidió mudarse a Madrid donde iba a cursar el Bachillerato en el Instituto-Escuela que seguía los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, por lo que acabó matriculándose en el Instituto Femenino de Salamanca, donde tuvo profesores influyentes que marcaron su vocación literaria. En 1943 ingresa en la Universidad salmantina, donde comenzó a publicar sus primeros poemas y a interesarse por el teatro.

 

Tras completar sus estudios en Filosofía y Letras, se trasladó a Madrid a los 25 años, donde se integró en los círculos literarios gracias a su conexión con el escritor Ignacio Aldecoa.

 

Carmen Martín Gaite comenzó su carrera literaria en la década de 1950. Su primera novela, "Entre visillos", publicada en 1957, ganó el Premio Nadal y consolidó su reputación como novelista. Se da la circunstancia de que Gaite ganó el premio tan sólo dos años después de que lo hiciese su marido. A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios, destacando el Premio Nacional de Literatura, fue la primera escritora en conseguirlo, y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

 

Además de su labor como novelista, Martín Gaite se dedicó a la crítica literaria y colaboró en guiones para televisión, como la biografía de Santa Teresa o la adaptación de Celia. Tradujo obras de autores clásicos y contemporáneos, y su faceta ensayística incluye reflexiones sobre la narrativa y la experiencia femenina.

 

Carmen tuvo una vida personal marcada por la tragedia. Tras la muerte de su primer hijo, Miguel, y la posterior separación de su esposo, Rafael Sánchez Ferlosio, vivió con su hija Marta, quien también falleció prematuramente. Estos eventos influyeron profundamente en su escritura y su visión del mundo.

 

Carmen Martín Gaite pasó gran parte de su vida en el barrio de El Retiro, en Madrid, donde disfrutaba de la vida cotidiana y de paseos que inspiraban su escritura.

 

Su estilo literario se caracteriza por una narrativa clara y reflexiva, donde la voz femenina y la búsqueda de la identidad son temas recurrentes. A menudo, Carmen se refería a su escritura como un proceso de "coser" historias, lo que refleja su atención al detalle y la construcción narrativa.

  

Martín Gaite se definía como un "todoterreno con alma de periodista", lo que se reflejaba en su estilo narrativo claro y directo. Creía firmemente en la importancia de contar buenas historias y en la capacidad de los personajes para evolucionar a lo largo del tiempo. Su enfoque en la escritura era profundamente personal, prefiriendo el contacto humano a la comunicación digital.

 

Carmen Martín Gaite dejó un legado literario que sigue siendo relevante. Su obra ha influido en generaciones de escritores y lectores. En sus últimos años, continuó participando activamente en conferencias y jurados literarios, manteniendo su compromiso con la literatura hasta su fallecimiento.

 

Al igual que Ana María Matute, Martín Gaite tuvo que lidiar con la censura, si bien optó para ello por una solución imaginativa: obras corales, ambientadas en otra época, o llenas de elementos fantásticos y simbólicos le permitían hacer una crítica soterrada al régimen sin que este se diese cuenta.

 

Carmen Martín Gaite muere el 23 de julio de 2000 en Madrid, como consecuencia de un agresivo cáncer de hígado que le detectaron en abril, y fue enterrada en El Boalo, donde tenía una casa familiar y donde descansan sus padres y su hija.

 

Tras su muerte, su hermana Ana María se convirtió en la albacea de su obra y promovió iniciativas para mantener viva su memoria, como el Premio de Narrativa Carmen Martín Gaite. En 2016, se estableció el Premio de Narrativa Carmen Martín Gaite para honrar su legado. Un centro de estudios en El Boalo alberga su archivo y objetos personales, preservando su memoria y contribuciones literarias.

 

Con motivo del centenario de ambas autoras se han celebrado distintos eventos culturales durante los últimos meses. En concreto, el Instituto Cervantes acogió una exposición sobre la vida y obra de Ana María Matute; mientras que Correos dedicó un sello a Carmen Martín Gaite.

 

Samuel Román

eltelescopiodigital.com