Luis García Berlanga, un austrohúngaro en Guadalix

Se cumplen cien años del nacimiento de uno de los más importantes directores de cine de la Historia de España

“Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar…”. Así comienza una de las escenas más memorables del cine español en que un Pepe Isbert, convertido en alcalde del ficticio pueblo de Villar del Río, se sube al balcón municipal del Ayuntamiento de Guadalix de la Sierra para dar explicaciones a sus vecinos tras el fugaz paso de los “americanos” por el pueblo.

La película, “Bienvenido, Mr Marshall”, además de colocar en el mapa el pequeño pueblo de la sierra madrileña, encumbra a un director que se convertirá en uno de los más importantes de la historia del cine español: Luis García Berlanga. Sin embargo, la historia de Berlanga comienza mucho antes de aquel 4 de abril de 1953 en que se estrenó la película. Luis García-Berlanga Martí nació un 12 de junio de 1921 en Valencia, hijo de una familia de políticos (su abuelo fue diputado del partido de Sagasta y su padre se afilió al Partido Radical de Lerroux antes de fichar por la “Unión Republicana” de Martínez Barrio), lo que marcaría de forma importante sus primeros años. Solitario, el futuro cineasta se pasaba el día en la biblioteca de su padre, al menos, hasta el estallido de la Guerra Civil. A pesar de formar parte del Frente Popular, Unión Republicana fue perseguido por sus compañeros de alianza, y José García-Berlanga obligado a exiliarse en Tánger, donde sería detenido por las tropas de Franco. Para evitar su fusilamiento, el pequeño Luis se alistó como voluntario en la División Azul, donde destacaría más por sus escritos que por sus artes bélicas (Berlanga ganará el Premio “Luis Fuster” del SEU por un relato sobre la campaña en Rusia).

Tras volver a España, Luis estudiará Derecho y Filosofía y Letras, pero enseguida lo dejará para dedicarse a su verdadera pasión: el cine. En 1947 entra en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid, institución creada por el Franquismo que acabará convirtiéndose en la Escuela Oficial de Cine de España.

En 1951 rueda su primera película, “Esa pareja feliz”, pero será dos años después cuando su nombre comience a ser realmente conocido. “Bienvenido, Mr Marshall” fue vendido como “una comedia folclórica ambientada en Andalucía con Lolita Sevilla de protagonista”, y todo eso es cierto, pero no tiene nada que ver con lo que realmente es la película.

La sátira de un pueblo que espera como agua de mayo las ayudas del Plan Marshall para su reconstrucción consigue salvar la censura, que sólo hace un par de objeciones menores al texto. En España se estrena con éxito, pero la polémica llega al visitar Cannes. El film, proyectado en el Festival, provoca la protesta airada de Edward G. Robinson, que exige que se elimine un plano de ocho segundos en que se ve la bandera de Estados Unidos hundiéndose en el fango. Berlanga acepta, y, de hecho, esos ocho segundos no volverán a verse hasta 1989, lo que le vale dos premios en el Festival: mejor comedia y mención especial al guión (coescrito con el autor teatral Miguel Mihura, al que, entre otras muchas cosas, se debe la escena del balcón), pero no la Palma de Oro.

También ha quedado en el ámbito de la leyenda lo ocurrido durante la promoción “transmedia” que acompañó a la película, con billetes de dólar falsos con la cara de Pepe Isbert (el propio Berlanga cuenta que llegaron a acusarle de falsificación de moneda), o grandes carteles en la Gran Vía coincidiendo con la llegada del nuevo embajador norteamericano.

Si “Bienvenido, Mr Marshall” supone la presentación de Berlanga, “Plácido” será la consagración. La impresionante historia de un hombre contratado para llevar la Estrella de Belén en su motocarro, y sus peripecias para pagar la primera letra, mientras el resto del pueblo se suma a la campaña franquista de “Siente a un pobre a su mesa” conmovió al mundo, hasta el punto de que estuvo nominada a los Oscar de Hollywood en 1961.

Entre estas dos grandes películas destacan otras también polémicas, como “Calabuch” (una sátira sobre una utopía anarquista) y “Los jueves, milagro” (un pueblo decide salvar su balneario inventándose la aparición de un santo) que, sorprendentemente, superan la censura. El piloto de una nueva serie de televisión, “Los pícaros”, sí provoca ampollas, hasta el punto de cancelarse el proyecto tras la emisión del primer capítulo. Se trata de “Se vende un tranvía”, la historia de un timador que consigue engañar a un terrateniente para que le compre un tranvía de línea.

Sin embargo, la polémica más importante de la carrera de Berlanga llegará en 1963, tras el estreno de “El Verdugo”, considerada por los críticos la mejor película de la historia del cine español. El impactante alegato contra la pena de muerte del film desata protestas contra la represión franquista en Italia, y hace rodar cabezas en el régimen. Tanto es así que, tras verla, el embajador de España en Roma intenta, por todos los medios, que se prohíba su distribución. Pero ya es tarde, la película se proyecta en Venecia (se trata de una coproducción entre España e Italia), e impacta de tal forma a la crítica que no dudan en hacerla ganadora del Festival. Ante el revuelo, el Franquismo no puede evitar su distribución internacional vendiéndola como una prueba de la apertura del régimen. Sin embargo, el mensaje no pasa desapercibido, máxime cuando, desde unos meses antes, se conoce a Franco a nivel internacional como “el verdugo” tras el ajusticiamiento de Julián Grimau.

La historia de un verdugo que hace todo lo posible por dejar el puesto a su yerno para evitar que le quiten la casa lleva al mismo Franco, en un Consejo de Ministros, a pronunciar una frase que ha pasado a la historia: “Berlanga no es comunista. Es algo mucho peor, un mal español”. La polémica de “El Verdugo”, provocará que Berlanga no vuelva a dirigir durante los tres próximos años, y cuando lo hace será con una coproducción con Argentina, “Las pirañas”.

Con el fin del Franquismo, vuelve el Berlanga más corrosivo, y lo hace con una trilogía que ya es historia del cine: “La escopeta nacional”. La historia de la familia Leguineche se convierte en un auténtico fenómeno de masas, lo que provoca que se rueden dos secuelas. En 1985, Berlanga da su particular visión de la Guerra Civil en otra película inolvidable: “La Vaquilla”, en la que las tropas republicanas se infiltran en el bando franquista para robarles la vaquilla que van a torear en las Fiestas del pueblo.

El último gran éxito de Berlanga es “Todos a la cárcel”, una sorprendente sátira sobre la corrupción política rodada en 1993, en medio de los escándalos de los últimos años de González. Esta película valdrá a Berlanga sus tres únicos Premios Goya, a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Sonido. La explicación hay que buscarla en el propio certamen, creado tan sólo ocho años antes, por una Academia del Cine de la que Berlanga será Presidente de Honor.

Pero Berlanga no es sólo cine. Supersticioso (tras el éxito de sus dos primeras cintas decide incluir la palabra “austrohúngaro” en todas sus películas), fetichista (creará, en colaboración con el Museo del Calzado de Elda el premio a la “Mejor Calzada”) y erotómano (será el creador del histórico premio “La sonrisa vertical” de literatura erótica, jurado del que será presidente), el director será guionista de la serie de televisión “Villarriba y Villabajo” y de la miniserie sobre Blasco Ibáñez.

García Berlanga fallecerá en su chalet de Somosaguas el 13 de noviembre de 2010 a los 89 años de edad, pero dejará una última sorpresa que acaba de desvelarse. En 2008 el director deposita en una caja fuerte del Instituto Cervantes una suerte de “cápsula del tiempo” que no debía abrirse hasta el día de su centenario. Y el motivo era importante, ya que dentro se encontraba el guión inédito de la cuarta parte de la historia de los Leguineche “Viva Rusia”, que nunca llegó a rodarse. En 2009 Berlanga no pudo asistir a la Mostra de Valencia, dedicada en su treinta aniversario al director, lo que evitó que se quemase un ninot en su honor que se guarda en el Museo Fallero de Valencia.

Once años después de su muerte, se celebra el centenario de su nacimiento, y lo hace con una serie de actos y celebraciones en todo el país.

Así, los Premios Goya de 2021 le dedicaron un emotivo homenaje repasando sus películas a través de un Pepe Isbert revivido por el imitador Carlos Latre. Sin embargo, el mayor homenaje del “Año Berlanga” llegará en octubre, en concreto un 6 de octubre en que se cumplirán setenta años del fin del rodaje de la ópera prima del director, “Esa pareja feliz”, y que, desde este año, será el Día del Cine Español tras ser aprobado por el Gobierno.

 

Samuel Román
eltelescopiodigital.com