Emilia Pardo Bazán, la luz en la batalla

En 2021 se cumplen cien años de la muerte de la escritora

Junio de 1938. Carmen Polo se acerca hasta el Pazo de Meirás que acaban de regalarle a su marido las autoridades franquistas de La Coruña mediante suscripción popular. La Señora, acompañada por dos militares y un clérigo, entra en un palacio abandonado desde hace casi cincuenta años. Dentro, el polvo se asienta sobre los muebles, recuerdo de una época convulsa de la Historia de España. Tras escudriñar concienzudamente todos los rincones de “su” nueva propiedad, Polo llega hasta un escritorio abarrotado de papeles y libros. La Señora comienza a hojear los legajos descubriendo nombres que no le dicen absolutamente nada, como Benito Pérez Galdós, Lázaro Galdiano, Menéndez Pelayo, Giner de los Ríos, Blasco Ibáñez o Leopoldo Alas. Tras pasar la vista por las cartas y leer alguna frase suelta, Carmen Polo lanza una orden que restalló como un látigo en los abandonados muros del Pazo: “García, quema los papeles que hay en los cajones. Todos”.

La voluntad de Carmen Polo se cumplió, pero eso no consiguió borrar la historia y la vida de la propietaria del Pazo en el siglo XIX, Emilia Pardo Bazán, que encabezaba sus cartas con el lema en latín “De bellum luce”, la luz en la batalla; una mujer difícil de clasificar, profundamente individualista, que coqueteó con el carlismo y el feminismo, a la que se cerraron las puertas de la RAE hasta tres veces, y eso que era Ministra de Educación, y que tuvo fama de femme fatale tras atreverse a defender a Emile Zolá en el Madrid de la Restauración.

Sin embargo, para las nuevas generaciones el episodio más conocido de su vida es la tormentosa relación que vivió durante más de veinte años con Benito Pérez Galdós, una relación epistolar que pasó a lo físico tras la separación matrimonial de la Pardo Bazán y que se convirtió en un escándalo en los mentideros de la Villa y Corte.

Pero para conocer a Emilia hay que viajar hasta la Galicia de 1851. José María Pardo Bazán, un político del Partido Progresista que aspiraba a la alcaldía de La Coruña tiene una hija con Amalia de la Rúa. El padre alcanzará la alcaldía cuatro años después, y se convertirá en diputado en las Cortes de Isabel II.

En este ambiente aristocrático se cría Doña Emilia, que compaginará las “artes femeninas” (música, cocina y economía doméstica) con un profundo amor por la literatura. Tras detectar ese interés, su padre no dudó en abrirle la biblioteca de su residencia de verano, el Pazo de Meirás. Allí Emilia descubrirá un mundo mágico en el que profundizar el conocimiento que recibía en invierno en el colegio francés de Madrid donde estudiará. Pero rápidamente la Pardo Bazán se da cuenta de que el mundo que quiere no es el que se le ofrece: con el acceso a la Universidad vetado a las mujeres, tendrá que acceder a los avances literarios y filosóficos a través de los amigos de su padre y de los libros.

Emilia se casa con 16 años en Meirás con un chico de 19, José Quiroga, estudiante de Derecho, con el que recorrerá Europa en una larga luna de miel. A su regreso, ambos se instalan con la familia materna en Madrid, donde José María Pardo vuelve a la política en pleno Sexenio Revolucionario. Precisamente ese cargo, y su oposición furibunda a la desamortización de Mendizábal le servirán para conseguir el título de Conde Pontificio de Pardo Bazán, otorgado por el mismísimo Papa Pio IX.

Tras abandonar el escaño tras ser arrinconado por sus propios compañeros de partido, la familia comienza un largo viaje por Europa, en que Doña Emilia llegará a traficar con armas para defender los intereses del Carlismo. Tradicionalista y católica, la vida de Emilia dará un giro radical al conocer a un jovencísimo Benito Pérez Galdós.

Será en 1881 cuando comiencen una relación epistolar que ampliará las miras de la escritora. Un año después, Pardo Bazán comienza a escribir una serie de artículos sobre Emile Zola, el padre del naturalismo francés. En 1883, Emilia decide publicarlos todos en un volumen que llevaba por título “La cuestión palpitante”. A pesar de tratarse de una recopilación de escritos, y de ser prologada por el mismísimo Clarín, el libro provoca un enorme escándalo en el Madrid de la época, al considerarse “el alegato indecente de una mujer casada y respetable en favor de la literatura francesa, pornográfica y atea”. Tal es el revuelo que su amigo Menéndez Pelayo rompe toda relación con ella, hasta el punto de que será uno de los principales valedores de su veto a entrar en la Real Academia.

Este libro acrecienta la “leyenda negra” de la Pardo Bazán, atribuyéndole romances con buena parte de la intelectualidad de la época (la mayoría de ellos reales, como los que vivió a espaldas de Galdós, con Lázaro Galdiano o Narcís Oller; o el affaire previo con Blasco Ibáñez, que terminó con acusaciones de plagio por parte del escritor valenciano).

En medio de la polémica, Pardo Bazán publica otra obra que le hará estar en la picota de la “alta sociedad” madrileña. “La Tribuna” explica, con todo lujo de detalles, la vida de Amparo, una cigarrera que trabaja en la Tabacalera de una ficticia La Coruña llamada Marinaleda. La obra, muy influenciada por el naturalismo, y, sobre todo, por “La taberna” de Zola, es la primera en retratar abiertamente el mundo obrero. El doble escándalo de 1883 tiene consecuencias inmediatas: su marido le pide que deje de escribir, a lo que Emilia se niega iniciando un viaje a Italia que terminará con una separación amistosa.

Tras alejarse, tanto de Zola como del carlismo radical (hay quien considera sus escritos como una de las razones de la escisión del movimiento), Pardo Bazán vuelve a ser admitida en la élite intelectual madrileña, que acoge con aplausos su obra más conocida: “Los Pazos de Ulloa”. También es este momento en el que la relación con Galdós deja de ser platónica.

En 1890 muere su padre, y Emilia dedica la herencia a poner en marcha una revista de la que será única redactora: “Nuevo Teatro Crítico”, en que aboga por un “feminismo radical en el que la mujer tenga los mismos derechos que el hombre”. La revista se convierte en un gran éxito y publica números durante tres años.

Ya consagrada como escritora y periodista, Pardo Bazán ficha por la recién nacida Blanco y Negro para publicar artículos costumbristas bajo la mirada de un personaje que se hará muy popular en la época: “Doña Emilia”. Esta fama le lleva a dar una conferencia en el Ateneo de Madrid y en la Sorbona de París, siendo la primera mujer en conseguirlo. En 1905 se convertirá en la primera socia del Ateneo, lo que ayudará a que Alfonso XII la nombre Condesa de Pardo Bazán (el título de su padre era sólo vitalicio, es decir, que se extinguiría con su muerte, mientras que el otorgado por el Rey se convertirá en título nobiliario), en 1908; y dos años después, en “Consejero de Instrucción Pública” (algo parecido al cargo de Ministra de Educación). En 1916 será la primera catedrática de Literatura de la Universidad Central de Madrid (hoy la Complutense). Sin embargo todos estos logros se ven empañados por la negativa de sus compañeros, y muchos de ellos, antiguos amigos, a que entre en la Real Academia Española de la Lengua.

Hasta en tres ocasiones Pardo Bazán intenta ingresar en la RAE, consiguiendo el mismo resultado las tres veces. La última negativa no estará exenta de polémica, pues los periódicos de La Coruña y Madrid se volcaron con Doña Emilia, a pesar de lo cual la RAE tumbó su candidatura por un “defecto de forma”.

En mayo de 1921, ya con 69 años de edad, Emilia Pardo Bazán seguía escribiendo artículos para el diario ABC. Precisamente había terminado de escribir uno cuando comenzó a sentirse indispuesta, con síntomas similares a los de un constipado. La escritora, que padecía diabetes desde hacía años, fue empeorando hasta fallecer el 12 de mayo de 1921 en el palacete de Pozas de la calle Princesa de Madrid, donde vivía desde 1915 y donde, cuenta, la leyenda, se produjo el último encuentro con Galdós, cuando ambos se encontraron en las escaleras del edificio.

Y es que la vida de Emilia y de Benito está íntimamente relacionada, por lo que no es de extrañar que España esté celebrando el Año Pardo Bazán justo después de terminar el Año Galdós; un año este 2021 en que Doña Emilia volverá a estar de moda, al igual que ese Pazo de Meirás en que descubrió el amor por la literatura.

 

Samuel Román