Que no nos engañen
Suele ocurrir que la naturaleza recupera para sí lugares que le arrebatamos y que luego abandonamos, una vez exprimidos todos sus recursos. Ocurre también, muchas veces, que una vez que la naturaleza recupera ese espacio y lo llena de vida de nuevo, vuelve la empresa que lo explotó antes para reclamarlo como propio.
Es una historia conocida y repetida en muchos lugares. Pero, ojo, que con esfuerzo y activismo ambiental, las cosas pueden cambiar de rumbo.
Algo así ha ocurrido con las Lagunas de Ambroz, en Madrid. Situadas a 30 minutos de la Puerta del Sol, entre los distritos madrileños de San Blas-Canillejas y Vicálvaro y el municipio de Coslada, tienen su origen en una mina a cielo abierto de sepiolita que fue abandonada hace ya más de 12 años.
Mírala ahora e imagina cómo estaba esto antes: una herida abierta en la tierra.
El espacio se fue renaturalizando espontáneamente y en la actualidad, estas lagunas albergan una gran biodiversidad. Estas lagunas son hoy uno de los pocos refugios para las aves acuáticas en la región.
Pues bien, este espacio recuperado sufre serias amenazas. La empresa minera Tolsa S.A. plantea reabrir un frente de la explotación que supondría el deterioro del humedal e importantes afecciones a su entorno.
Desde hace meses, las agresiones medioambientales en las lagunas y sus alrededores son cada vez más graves y numerosas: movimientos de tierras; deposición de basura; enseres y escombros; quema de cables y hasta el vertido de una sustancia desconocida que generó una gran extensión de espuma blanca. Es terrible.
Gracias al trabajo de incidencia que hemos llevado a cabo junto a Ecologistas en Acción y al movimiento vecinal de la Mesa de Medio Ambiente San Blas-Canillejas, hemos logrado dar un paso importantísimo en la protección de este espacio natural, tan imprescindible en una ciudad como Madrid. Todos los grupos políticos del Ayuntamiento han aprobado unánimemente en el Pleno una proposición para proteger las lagunas y su entorno.
Sin embargo, tenemos que seguir luchando. La de la mina no es la única amenaza y nos mostramos en total desacuerdo con vincular la protección de las lagunas a futuros desarrollos urbanísticos. Que no nos engañen: no vale proteger ahora para esquilmar las lagunas después a base de ladrillo.
No podemos permitir que se especule con los espacios que albergan vida y que permiten, además, proteger la salud humana en las ciudades. Frente a los abusos, necesitamos estar unidos, hacer bloque y salvar nuestro entorno y el de las aves. Únete al movimiento, y salvemos la naturaleza>>>
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