¡Los gorriones nos están alertando!
El gorrión: su canto, algarabía, sus continuas peleas en grupo y su caminar a saltos, nos acompaña a los humanos desde el Neolítico y especialmente desde la expansión del Imperio Romano.
Pero, ¿qué está pasando ahora con nuestro vecino? Pues bien, deberíamos preocuparnos porque lo que le ocurre al gorrión lleva implícito un triple aviso para nosotros, los humanos.
En las últimas décadas, la especie ha sufrido un fuerte declive en todos los países de Europa y hay ciudades, como Londres, donde prácticamente han desaparecido. Su desaparición es, sin duda, mucho más acusada en las ciudades que en el medio rural. Primer aviso: si a una especie tan cercana le va mal, no es ni mucho menos buen síntoma para nosotros mismos, como sociedad y especie.
De hecho, diversos estudios han detectado que el estado inmunológico de las poblaciones de gorriones de grandes ciudades es mucho peor que el de las que se encuentran en la periferia de esas mismas ciudades o el de las que se ubican en medios rurales.
Por ejemplo, en las ciudades tienen niveles de hemoglobina más bajos y menor capacidad antioxidante de las células sanguíneas. Segundo aviso: si utilizamos a los gorriones como bioindicadores de la calidad del aire, nos dicen que la situación es peor donde más humanos vivimos.
En las ciudades, la falta de alimento adecuado parece ser el principal limitante para esta especie. Pero, ¡un momento! ¿Los gorriones no comen semillas, pan o papas? Pues no: que coman lo que encuentran entre las mesas de una terraza de bar no significa que sea el mejor alimento, sino que, simplemente, es lo que les resulta más fácil encontrar.
Los gorriones necesitan insectos, especialmente en la época de cría pero en las ciudades cada vez hay menos porque cada vez hay menos vegetación. Tercer aviso: los gorriones pían a gritos renaturalizar las áreas urbanas en las que vivimos.
Esto pasa por considerar y gestionar los parques y jardines urbanos desde una perspectiva ecosistémica. La biodiversidad urbana, tal y como demuestran numerosos estudios, contribuye a mejorar la salud de los habitantes de las ciudades simplemente por su presencia y contacto.
En un escenario de cambio climático como el que vivimos, debemos escuchar el silencio que deja el gorrión en las ciudades. Nos jugamos todo en ello: nuestra salud y la salud del planeta.
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